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sábado, noviembre 22, 2008

Ya se va...

Le da miedo mirar hacia atras y darse cuenta que ya está proxima a cumplir los seis meses, o casi 180 días sin él. Todo ha cambiado, su vida, sus metas, sus amigos, sus gustos. Dentro de lo que conforma su ser su mente ha evolucionado y se ha vuelto más racional y menos ciega; su cuerpo se ha agrandado ( imposible si no, tomando un lychee martini todos los fines de semana y rematando con botella de aguardiente); pero su alma, sigue intacta, su corazón no deja de latir. Pero no por eso se vence, ha decidido dejarlo ir, bueno él ya se fue hace mucho tiempo, pero ella ha tomado la decisión de no retenerlo más en su mente. No sabe si es resignación, desilusión o simplemente que el tiempo ya le demostró que en este momento, él no es para ella.

el resto lo deja en manos de esta carta, que expresa el amor y el dolor de dejarlo ir...

"Dear...,I don't have much time. I don't mean literally, I mean you're out buying ice cream and you'll be home soon. But I have a feeling this is the last letter, because there is only one thing left to tell you. It isn't to go down memory lane or make you buy a lamp, you can take care of yourself without any help from me.It's to tell you how much you move me, how you changed me. You made me a man, by loving me... And for that, I am eternally grateful... literally.If you can promise me anything, promise me that whenever you're sad, or unsure, or you lose complete faith, that you'll try to see yourself through my eyes. Thank you for the honor of being my wife. I'm a man with no regrets. How lucky am I. You made my life... But I'm just one chapter in yours. There'll be more. I promise. So here it comes, the big one.Don't be afraid to fall in love again. Watch out for that signal, when life as you know it ends.P.S. I will always love you"
(P.S I love you)

martes, noviembre 18, 2008

Buscando el Andrógino...

Hace poco escuché que alguien hablaba del Mito del Andrógino y desde ese día me cuestiono si hasta ahora empiezo la búsqueda de mi complemento o si por el contrario está ahí y no se ha manifestado, o probablemente, y lo más seguro es que ya haya estado, pero ya se haya ido.

Almas gemelas y el Mito del Andrógino


No hay otra manera. En el fondo, en el fondo, todos nosotros nutrimos la fantasía de que en algún lugar de este pequeño planeta alguien está esperándonos, mirando hacia el mismo cielo y, sin saber que existimos, pensando en nosotros...

La media naranja. Nuestra alma gemela. El pedazo de mí. ¿Quién es ese Otro que debería completarnos? Y por qué, a pesar de nuestros esfuerzos, parece siempre resistirse. Siempre un poco adelante, más lejos y más lejos... siempre tan Otro, tan distante de mí.

“La vida es el arte del encuentro”, decía el poeta, antes de concluir, “aunque haya tantos desencuentros en la vida”.

¿Qué será lo que esperamos de este encuentro? A juzgar por lo que dicen los mitos, las leyendas, las canciones, los poemas y las noticias de los periódicos, queremos todo. Nada menos que la plenitud, ni una migaja menos, para sentirnos completos, enteros y justificados...

¿Conoces el Mito del Andrógino? Está en el “Banquete”, del filósofo griego Platón. No entiendas mito como mentira, fábula. No. Los mitos son historias nacidas del alma colectiva de los seres humanos. Intuiciones profundas transformadas en cuentos por la magia de las palabras. Y andrógino, más que ser uno y otro, hombre (andros) y mujer (gyno), como la gente piensa en general, es ser uno solo. Andrógino es el ser casi perfecto porque, así como los dioses, él contiene en sí mismo todas las oposiciones, él se basta a sí mismo y, completo y fecundo, se da a luz a sí mismo. En muchas mitologías, el primer hombre era un andrógino, así como será el último de nosotros.

Y, entonces, vamos a la historia. Al principio, la raza de los hombres no era como hoy. Era diferente. No había dos sexos, sino tres: hombre, mujer y la unión de los dos. Y esos seres tenían un nombre que expresaba bien su naturaleza y hoy perdió su significado: Andrógino. Además, esa criatura primordial era redonda: sus costillas y sus lados formaban un círculo y ella poseía cuatro manos, cuatro pies y una cabeza con dos caras exactamente iguales, cada una mirando hacia una dirección, apoyada en un cuello redondo. La criatura podía andar erecta, como los seres humanos hacen, para adelante y para atrás. Pero podía también rodar y rodar sobre sus cuatro brazos y cuatro piernas, cubriendo grandes distancias, veloz como un rayo de luz. Eran redondos porque redondos eran sus padres: el hombre era hijo del Sol. La mujer, de la Tierra. Y el par, un hijo de la Luna.

Su fuerza era extraordinaria y su poder, inmenso. Y eso los tornó ambiciosos. Y quisieron desafiar a los dioses. Fueron ellos los que osaron escalar el Olimpo, la montaña donde viven los inmortales. ¿Qué debían hacer los dioses reunidos en el Consejo celeste? ¿Aniquilar a las criaturas? ¿Pero como quedarse sin los sacrificios, los homenajes, la adoración? Por otro lado, tal insolencia era perfectamente intolerable. Entonces...

El Gran Zeus rugió: Dejen que vivan. Tengo un plan para que se vuelvan más humildes y disminuir su orgullo. Voy a cortarlos al medio y hacerlos andar sobre dos piernas. Eso, con certeza, va a disminuir su fuerza, además de tener la ventaja de aumentar su número, lo cual es bueno para nosotros. Y apenas había terminado de hablar, comenzó a partir a las criaturas en dos, como una manzana. Y, a medida que los cortaba, Apolo iba girando sus cabezas, para que pudieran contemplar eternamente su parte amputada. Una lección de humildad. Apolo también curó sus heridas, dio forma a su tronco y moldeó su barriga, juntando la piel que sobraba en el centro, para que ellos recuerden lo que habían sido un día.

Y ahí fue que las criaturas comenzaron a morirse. Morían de hambre y de desesperación. Se abrazaban y se dejaban estar así. Y cuando una de las partes moría, la otra quedaba a la deriva, buscando, buscando...

Zeus tuvo pena de las criaturas. Y tuvo otra idea. Dio vuelta las partes reproductoras de los seres hacia su nuevo frente. Antes, ellos copulaban con la tierra. De ahora en adelante, se reproducirían un hombre con una mujer. En un abrazo. Así la raza no moriría y ellos, los dioses descansarían. Hasta podrían continuar involucrándose en el negocio de la vida. Con el tiempo las criaturas se olvidarían de lo ocurrido y sólo tendrían conciencia de su deseo. Un deseo que jamás estaría enteramente saciado en el acto de amar, porque aún derritiéndose en el otro por un instante, el alma sabría, aunque no pudiera explicarlo, que su ansia jamás sería completamente satisfecha. Y la nostalgia de la unión perfecta renacería, ni bien se extinguieran los últimos gemidos del amor.

Esta es la historia. Un día fuimos un todo, enteros y plenos. Tan poderosos que rivalizábamos con los dioses. Es la historia que nos cuenta también cómo un día, partidos al medio, nos transformamos en dos y aprendimos a sentir nostalgia. Es la razón de esa búsqueda sin fin del abrazo lo que nos hará sentir de nuevo y una vez más, aunque sólo por algunos momentos (¿a quién le importa?), la emoción de la plenitud que perdimos un día, hace mucho tiempo.
(http://somostodosum.ig.com.br/conteudo/conteudo.asp?id=3987) :: Adília Belotti ::