No sé por qué y la verdad tampoco me interesa averiguar la razón por la cual en el último año he tenido que sufrir estos dos dolores, que han amenazado con destruirme pero que no lo han logrado…
No creo que esté pagando una condena porqué en mi vida pasada fui una mujer muy mala, o porque en esta vida le haya hecho tanto daño a alguien que merezca una venganza; no, simplemente trato de creer que es parte de mi crecimiento personal y me excuso en la idea de que cada cual tiene sus problemas.
El porqué nunca lo entenderé, o tal vez sí, y en algunos años me ría de esto. Hoy solo tengo preguntas que no encuentran respuestas e ilusiones que se apagan con el dolor.
Es ahí, en donde me pregunto ¿qué dolor es más duro, el físico o el del alma? Desde el punto de vista, de una niña de 21 años, recién operada y con una historia de amor que todavía no sabe si superó, me atrevería a decir que ambos dolores se juntan en algún momento y producen los mismos síntomas, tristeza, mal humor, desaliento, indefensión, impotencia, debilidad, incertidumbre, inseguridad, nauseas, mucho o poco apetito, pocas ganas de verse bien, y nada de inspiración. Unas pocas palabras, sin expresión, sin orden, sin dirección, pero que son una forma de sanar ese dolor…
Finalmente después de sentir esos dolores creo que las defensas que se han generado van a servir de base para construir mi nuevo presente, las cicatrices poco a poco se irán curando y las heridas no se volverán a abrir jamás, porque han logrado que algo en mí, cambie.
